De workshop en workshop...

El día que descubrí los workshops... el realizado durante la primera semana del año es ya el quinto en el que colaboro así que os dejo con unos pensamientos sobre la experiencia.

La relación entre Japón y España o cómo la convivencia entre japoneses y españoles puede ayudarnos a profundizar en la cultura propia y extraña y corregir defectos o reforzar virtudes.

Supongo que todas las presentaciones comienzan igual. Cuando conoces a una persona es difícil salirse de la conversación estándar,  un “hola, me llamo fulano, encantado de conocerte” da pie a una conversación donde uno y otro, en su intercambio de papeles entre emisor y receptor, intentarán conocerse con mayor o menor éxito. Entonces ¿por qué cada presentación es distinta? Obvio, cambia la persona, el lugar, el estado de ánimo y el interés o mejor, la curiosidad que despierta esa persona. Demasiados condicionantes para asegurar el éxito en nuestro afán por conocer a esa persona que está frente a ti y que ya empieza a mirarte raro después de un silencio de cinco segundos. Claro que siempre podemos inventarnos un nuevo condicionante que nos facilite la labor, ésta nueva variable sería un objetivo común, algo por lo que tengan que luchar ambas personas y que sólo pueda alcanzarse con el trabajo y el entendimiento mutuo.

Es el caso de los workshops internacionales con la prefectura de Shiga (Japón) que organiza cada año la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla. Aquí el objetivo común es sacar adelante un proyecto trabajando con personas que nunca has visto, de las que nada sabes y con una cultura tan distinta que más vale andar con cautela si no quieres herir la sensibilidad con cualquier comentario fuera de lugar que ridiculice sus costumbres. Así que un buen truco es escuchar y callar, pensar y luego hablar. Quizás lo primero que pensamos cuando compartimos conversación con un japonés es lo tímidos que son, bueno, creo que nos equivocamos. Pueden ser más o menos tímidos, como todo ser humano, pero quizás estemos confundiendo timidez con educación. No interrumpen nunca si otro habla, dejan un tiempo prudente cuando éste calla para empezar su discurso e incluso pueden desarrollar  una idea con la que no están de acuerdo simplemente porque el que la propone es mayor porque ¡cómo van a llevarle la contraria a alguien mayor!


En ese objetivo común que perseguimos durante tres jornadas intensas de trabajo se dan muchas situaciones en las que puedes aprender de ellos, tanto de su forma de trabajar como de sus costumbres y además, el tema de este workshop ha dado pie a muchas conversaciones culturales sobre música, teatro, dibujo y por supuesto arquitectura. El proyecto consistía en pensar un equipamiento público que facilitase un intercambio cultural entre España y Japón, así que entre dibujo y dibujo, idea e idea, íbamos contándonos los aspectos que más nos gustaban sobre nuestras costumbres y las suyas, haciendo del desarrollo del proyecto un viaje a través de ambas culturas con la arquitectura como telón de fondo. Así que en resumen el intercambio entre culturas tiene que darse desde la sinceridad y el conocimiento, debiendo ser objetivos pero sin darle la espalda a ese punto romántico o sentimental que hace que las cosas funcionen más allá de fórmulas matemáticas y se facilita mucho cuando se comparte un objetivo y se trabaja para sacar adelante una idea que lo hace posible.

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