"Cradle to Cradle" // Rediseñar el modo en el que hacemos las cosas



Fijémonos en el árbol del cerezo.
A la vez que crece, persigue su propia abundancia regenerativa (produce muchos más frutos de los necesarios para su reproducción); secuestrando carbono, produciendo oxígeno y estabilizando el suelo. Entre sus raíces y ramas y sobre sus hojas, da acogida a una diversa flora y fauna, que depende de él y entre sí para las funciones y flujos que sostienen la vida. Y cuando el árbol muere, vuelve a la tierra, liberando, al irse descomponiendo, minerales que nutrirán el saludable crecimiento de nuevas plantas en el mismo lugar. El árbol no es una entidad aislada separada de los sistemas que lo rodean: está inextricable y productivamente implicado en ellos. Ésta es la diferencia clave entre el crecimiento de los sistemas industriales y el crecimiento de la naturaleza.

Consideremos una comunidad de hormigas. Como parte de su actividad diaria:
Gestionan sus residuos materiales y los de otras especies de forma saludable y efectiva cultivan y cosechan su propio alimento a la vez que nutren el ecosistema del que son parte construyen casas, granjas, vertederos, cementerios, áreas de habitación y almacenes para los alimentos de materiales que pueden ser verdaderamente reciclados crean desinfectantes y medicinas que son saludables, seguros y biodegradables mantienen el suelo para todo el planeta.
Individualmente [los humanos] somos mucho mayores que las hormigas, pero colectivamente su biomasa excede la nuestra. Igual que casi no existe un lugar del planeta que no haya sido tocado por la presencia humana, tampoco existe casi ningún hábitat terrestre, desde el desierto árido a la ciudad interior, que no haya sido tocado por una especie de hormigas. Las hormigas son un buen ejemplo de una población cuya densidad y productividad no son un problema para el resto del mundo, porque todo lo que hacen retorna a los ciclos cunaacuna (cradle to cradle) de la naturaleza...

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